
La ira es un tipo de emoción que hace que los niños y personas en general se sientan molestos por una situación determinada. La furia, la irritabilidad y el resentimiento ante cualquier circunstancia que no les agrada les produce frustración.
Generalmente la ira tiene dos formas de expresión: una interna que aumenta el ritmo cardiaco, la adrenalina y la presión sanguínea, mientras que la otra es externa que es cuando la expresión física cambia, el niño aumenta el tono de la voz y sus músculos se tensan.
En ese momento los niños lloran, gritan, pueden romper cosas, lanzar objetos, pegar o insultar a sus padres o familiares. Es por ello que en este apartado mencionaremos algunas recomendaciones para controlar la ira de tu hijo.
Reconocer el sentimiento de la ira
Lo primordial es reconocer que tu hijo no sabe canalizar sus emociones, por lo que es importante ayudarlo a calmarse e identificar cuales son las causas de su molestia. En algunos casos los niños no saben porque están molestos.
En el momento que se tranquilicen, es necesario hablar con el niño o niña y descubrir la razón del porqué se molesta.
Tu hijo debe ser consciente de qué le causa molestia, mantenerse seguro y sereno ante un juguete roto o la agresión de algún compañero. Sentirse apoyado por sus padres le ayudará a buscar una solución sin recurrir a un ataque de ira.
Dar el ejemplo

Como adultos y como padres es necesario que seamos capaces de gestionar nuestra molestia para después controlar la ira de tu hijo.
Es común que tu hijo te tome como ejemplo ante algunas situaciones. Por ejemplo, si gritas de forma recurrente, tú hijo tomará la misma actitud ante algún problema.
Sin embargo, si permaneces tranquilo ante una situación que te molesta, ellos por sí mismos tratan de controlar su ira. Muchas veces esto significa un gran esfuerzo como padres, pero será necesario para encontrar soluciones eficientes ante la ira de tu hijo.
Controlar la ira desde la crítica constructiva
Como padres debemos aprender a controlar nuestros propios impulsos, y es importante aceptar la ira del niño e intentar tranquilizarlo un poco. Gritar a tu hijo cuando está molesto no será efectivo y aumentará la situación de enojo.
Es necesario aprender a calmarse sin dañar objetos o lastimar a otras personas, aunque tampoco es una solución mandar tu hijo a un rincón o a su cuarto solo. Es mejor estar presentes cuando el niño se vaya calmando, pues tu rol como padre o madre es que tu hijo regrese a la calma, para dialogar con él y reflexionar acerca de la situación.
Es necesario enseñarles a respirar al menos cuatro veces con mucha calma y tranquilizarse lo más pronto posible. Recuerda que en estos casos es tu responsabilidad lograr controlar la ira de tu hijo.
No permitir acciones destructivas
Desde que nuestros hijos son pequeños deben aprender a controlarse y no destruir todo lo que tengan a su paso. No les puedes permitir nunca que les peguen a otros compañeros, a sus hermanos, profesores y menos a nosotros como padres.
Es importante saber que, aunque los niños estén molestos, ese sentimiento no justifica ningún tipo de daño o agresión. Los niños generalmente son felices, y la ira se manifiesta en episodios.
No puedes permitir que rompa ningún objeto ni propio ni de otras personas. Es importante reconocer el problema para poder solucionarlo que, si bien no parece ser fácil, será el único camino para superar los problemas.